Dicen que la
esperanza es lo último que se pierde, que siempre tienes que tener aunque
sea un poco, y que si la pierdes es que te has dejado llevar por lo fácil, que
te has rendido sin luchar lo suficiente. Porque todo lo que se estropea puede
arreglarse, y todo lo que tenga que pasar pasará.
Bueno, yo siempre lo decía, pero realmente nunca había
pasado por algo que me hiciera perder la esperanza en determinado momento. Y sí, puede llegar un punto en el que la pierdas por completo. Realmente todo lo que
había sufrido no tenía ni punto de comparación con lo que tú me has hecho
sufrir. Me robaste hasta la esperanza. Teníamos planes que destruiste en un
segundo, recuerdos que borraste como si estuvieran escritos a lápiz, promesas
que tiraste como si fueran basura… La liaste. La liaste muchísimo. Pero ya no
te pido que arregles lo que hiciste, sino que intentes salvar lo nuestro, que
intentes salvar algo que tanto queríamos los dos.
Lo intenté, intenté justificarte, perdonarte y que tú me
perdonaras por algo que no hice. Pero tú nada, seguías cegado por algo que aun
no comprendo y decidiste olvidarte de mí. Puede que para ti fuera fácil, pero
yo aún no lo he conseguido, y después de tantos días sigo pensando en ti cada día,
recordándote en cada canción. Y sí, por un tiempo mantuve la esperanza, o por
lo menos lo intenté, pero ya la había perdido… HASTA HOY.
100 días después del desastre te has dignado a hablarme, a
contestar a todos los mensajes en los que te pedía que quedáramos a hablar, que
intentáramos arreglarlo. 100 días después me has escrito que “ya me dirás un día
para quedar a hablar”. No es nada concreto, y puede que ese día sea dentro de
mucho tiempo (ojalá no sea así) pero es lo que necesitaba para volver a tener
un poquito de esperanza, para dejar de sufrir lo insufrible por ti y tu
ignorancia,, para poder volver a sonreír alguna vez. Ese “ya te diré” me ha
alegrado el día, y la semana, y todo lo que haga falta. Una simple frase que
para ti puede que no signifique una mierda pero que para mí es un poco de luz
que ilumina las sombras entre las que me encontraba. No puedes ni hacerte una
idea de cómo me siento ahora mismo. Posiblemente no lo sepa ni yo, ya que tengo
una mezcla importante de diferentes emociones, pero solo se que ya no todas
ellas son malas, sino que entre ellas está la alegría por tu mensaje y la
esperanza de que las cosas puedan solucionarse.
Y sí, yo soy la primera que nunca se ilusiona, que mantiene
la esperanza a raya para no llevarse demasiadas decepciones y que, aun así, siempre se las lleva, pero hoy me da
igual. Hoy se me ha parado el corazón y encogido el estómago. Hoy, 100 días
después, algo ha cambiado y, aunque siga echándote mucho de menos, espero que
no sea por mucho más tiempo.
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